Azul

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Escribiendo

miércoles, 26 de septiembre de 2007

Alejandra Pizarnik


Aunque sea unos días depués


Estos porque me gustan y es bueno releerlos, siempre diciendo algo nuevo


FRONTERAS INÚTILES

un lugar

no digo un espacio

hablo de

qué

hablo de lo que no es

hablo de lo que conozcono el tiempo

sólo todos los instantes

no el amor

no


no

un lugar de ausenciaun hilo de miserable unión.


COLD IN HAND BLUES

y qué es lo que vas a decir

voy a decir solamente algo

y qué es lo que vas a hacer

voy a ocultarme en el lenguaje

y por qué

tengo miedo

martes, 25 de septiembre de 2007

primavera mala

El Qariño y yo encontramos un aviso en unos diarios viejos. Los diarios son unos papeles en que los nativos escriben todo lo que les pasa, organizados más o menos por temas. Se vende -salió en avisos clasificados durante un mes- ajuar de novia sin usar.
Es asombroso todo lo que se vende en este planeta sin usar. El planeta, en sí, está muy usado.

viernes, 21 de septiembre de 2007

Primaverosamientre

XLVI.

IAM uer egelidos refert tepores,
iam caeli furor aequinoctialis
iucundis Zephyri silescit aureis.
linquantur Phrygii, Catulle, campi
Nicaeaeque ager uber aestuosae:
ad claras Asiae uolemus urbes.
iam mens praetrepidans auet uagari,
iam laeti studio pedes uigescunt.
o dulces comitum ualete coetus,
longe quos simul a domo profectos
diuersae uarie uiae reportant.
C. V. Catullus

Ya la Primavera vuelve a traer los días suaves,
ya las borrascas del cielo equinoccial comienzan a aplacarse
ante las suaves brisas del Céfiro.
Abandonemos, Catulo, las llanuras frigias
y la fértil campiña de la abrasada Nicea;
volemos hacia las famosas ciudades de Asia.
Ya el espíritu, en alborozada impaciencia,
desea andar vagante, ya los pies, alegres por la manía de viajar
comienzan a recobrar vigor.
¡Oh mis amables compañeros de séquito, adiós!
Los que juntos partimos de nuestra lejana patria por caminos diferentes
y en diversas direcciones retornamos a ella.


La tradición-traducción-traición (sin agraviar) es de Víctor-José Herrero Llorente


Tenía ganas de publicar algo ya que todavía no lo había hecho y, atento al primaverismo imperante (con su correspondriente alergia), les dejo este carmen. De hecho, es lo más primaveroso que tenía a mano. Espero no quedar muy "sectarista" por ponerlo en latín, pero vieron lo que se dice de las traducciones... tal vez alguien se entretenga asustando a su familia al escandirlo o leerlo en voz alta. Felix estación pra tutti cuanti.
Sepan que, en general, prefiero el Otoño.

Un pequeño cuento, para ustedes...

DISFRACES

Voy rumbo a Welzen, mi pueblo natal, para visitar a mis padres. Desde hace ya casi cinco años vivo en Berlín, donde mis padres me creen felizmente casada con un médico.
Todo va en orden. La ropa de viaje y el equipaje de una señora. La alianza en mi mano izquierda, una foto de mi supuesta boda y una carta de mi supuesto marido constituyen pruebas de mi condición ante mis padres.
El tren se detiene en un pequeño pueblo llamado Stengal. Sólo un anciano aborda el tren. Ante la mirada despectiva de los demás pasajeros, el anciano comienza a buscar un lugar para sentarse. Vestido con harapos y con aspecto cansado, recorre con la mirada los asientos disponibles.
Son pocos los lugares ocupados. En el vagón sólo hay diez personas sentadas. Tres matrimonios judíos, que van juntos, a pocas hileras de mi lugar. Una pareja de ancianos con una niña pequeña se ubican en la fila siguiente a la mía, bien atrás.
Los tres matrimonios, que rondan los cincuenta años, lo miran con desaprobación y disgusto. El anciano retrocede y se sienta frente mío.
-Viejo sucio – murmura uno de los hombres.
-¿Cómo lo dejaron subir a este tren? – se pregunta la más obesa de las tres
señoras.
-Deberían enviarlo con el equipaje.
-Habrá robado dinero para comprar su boleto.
-¡Qué vergüenza! ¡Las cosas que pasan hoy en día! El mundo está cada vez peor.
El anciano levanta los ojos y me mira, quizás esperando recibir una mirada reprobatoria. Le sonrío. Sus ojos son pálidamente celestes. No es tan anciano como me pareció en un primer momento por su pesado andar. Debe rondar los sesenta años.
Conozco esa mirada. Es la del hombre rechazado, el hombre herido, el hombre abandonado. He visto miles de veces esa mirada: en ojos azules, en ojos marrones, en ojos verdes. Pero es siempre la misma mirada. Dolor. El dolor del desprecio.
Muchos de mis clientes llegan a mí con esa mirada. Hombres despreciados que desean ser amados. Al menos, desean por un instante imaginar que son amados. Y me presto a ese juego.
No hay manera en que esa mirada se transforme en deseo, como ocurre con las miradas de quienes ya me frecuentan. Este hombre no me conoce, no hay forma de que requiera mis servicios. No, su mirada no está cambiando. Pero comienzo a sentir ese dolor que siente él. El dolor del desposeído. Lo he sentido tantas veces yo misma. Pero nunca con tanta intensidad. Siento que él me transmite ese dolor.
El anciano ha cerrado sus ojos. Duerme apoyado en la ventana. Yo custodio su sueño mientras oigo las risotadas de sus burladores, quienes seguramente siguen mofándose del pobre anciano.
Presto atención a sus comentarios. Viajan desde otro pueblo a Wittenberge, para celebrar una fiesta judía. Se entusiasman por la llegada de un tal rabino Avram.
Entretanto pienso en pedirle al anciano que me acompañe a casa y se haga pasar por mi marido. Al menos le pagaré unos marcos que podrán ayudarle en sus desventuras.
El tren llega a Wittenberge, donde deben bajarse los judíos. El anciano se despierta y se levanta de un salto. Se bajará en esta estación.
- Buen señor – le digo, pero no me oye. Ya está bajando del tren. – Buen señor – repito, siguiéndolo para hablarle.
Un grupo de gente de la estación se abalanza sobre él.
-¡Rabino Avram! ¡Bienvenido a nuestro pueblo!
-Gracias, gracias, queridos míos – dice él.
La señora obesa abre sus ojos desorbitadamente. Codea a su marido. El resto del
grupo, tomando su equipaje apresuradamente, corre tras él.
-Rabino Avram, disculpe que no lo reconocimos.
-Perdónenos por no haberlo invitado a unirse a nosotros.
-Vinimos hasta aquí para conocerle en persona.
-Por favor, disculpe si hemos hecho algún comentario ofensivo hacia su persona.
-Sí, por favor, perdónenos.
El anciano levanta su voz y todos callan. Con una sonrisa seria les dice:
- Está bien, queridos míos, yo los perdono. Olvidaré la falta pero no olviden ustedes
que el Señor no mira la apariencia, sino el corazón; y hagan ustedes lo mismo.
El tren comienza a moverse y yo me quedo sobre él, rumbo a mi pueblo. Vuelvo a sentarme en mi lugar. ¿Todo está en orden? Mi ropa de viaje y mi equipaje de señora. La alianza en mi mano izquierda, la foto de mi supuesta boda y la carta de mi supuesto marido. Pero ¿mi corazón? Mi corazón se queda en la estación de ese pequeño pueblo.

Patricia Fernández
Estudiante de Letras

jueves, 13 de septiembre de 2007

Cuántas veces al día

Cuántas veces al día

¿Qué silencio es culpable de la muerte de un hombre?
¿Qué silencio en nosotros ha colgado inocentes?
¿Qué silencio maldito ha cegado algún nombre?
¿Cuántas veces al día merecemos la muerte?

No busquen más alrededor.
Ustedes son, no busquen más.
No es el de atrás, ustedes son.
No es el de al lado, no,
eres tú mismo, sí,
el que sonríe bien,
el que sabe callar.

¿Cuántas veces al día merecemos la muerte?
¿Qué silencio aprendido nos preserva la vida?
¿Qué silencio oportuno nos convierte en prudentes?
¿Qué silencio asesino nos llena la barriga?
¿Cuántas veces al día merecemos la muerte?

Silvio Rodriguez, 1969
- los destacados, obvio, son mios -

martes, 11 de septiembre de 2007

Herida absurda. La blogovela

UNO.

Vivimos en pasillos que llegan casi al infinito cuando estamos cansados. Hoy el viento se aprovecha de nuestras almas y nos asesta tierra sin pena. La tierra trae penas; es el viento el que no tiene pena de nosotros. El Qariño y yo salimos todos los días de nuestra madriguera amorosa para viajar hasta el templo del saber. Allí nos esperan los Auctores. También nos esperan otros seres, algunos munidos de mate, unas calabacillas en que ensartan un tubo largo que transporta un agua colorida de verdoso, producto de su contacto con una so called yerba. Los Auctores son nativos que viven allí, en el templo. Eso dicen. Percibimos su presencia de mil maneras, muchas minuciosamente crueles, pero verlos, verlos, no los hemos visto aún. Sí hemos oído voces que dizque les pertenecen, aunque los dichos ya son de todos. "Herida absurda", sin ir más lejos, es un dicho que llegó en una voz que ahora retomo. Que será plagio, que no lo será, chi lo sa.
El Qariño y yo nos amamos y eso también es plagio de tanto sentir que hubo traslasierras y traslosmares en todo tiempo y todo lugar. Es una militancia que tenemos El Qariño y yo; sabemos que Auctores hay que sostienen que, como la historia, el amor se terminó. Pero los contraposmodernismo somos así: decretamos que el amor, aunque llegue a costar la vida, seguirá siendo militado desde esta trincherita.
Afuera la tierra que azota el viento contra las paredes atemoriza. El Qariño pinta sus ojos de marrón, yo me corono antes de salir. La armadura puesta, tomamos el 15 que llega a las puertas del templo. Allí al-morzaremos, que consiste en sentarse a la vera de unas mesas largas y esperar, esperar. Hemos visto otros que llegan con sus bandejas de vituallas, pero todavía no hemos comprendido el mecanismo que les asegura el acceso a las bandejas. Parece que las vituallas permanecen en manos de nativos, detrás de unas paredes en las que se han practicado unos boquetes. Por allí pasan las vituallas, pero todavía no sabemos cómo convencer a los nativos de que también El Qariño y yo tenemos hambre, tanta hambre.

DOS.

Nadie nos sigue a El Qariño y a mí. Esas son buenas noticias, porque cuando alguien te sigue entre los nativos significa que pronto "te pondrán tras las rejas". Hay discusión al respecto. Entre los recién llegados a este planeta, hay quienes piensan que lo de poner tras las rejas es hoy anacrónico: la creencia procede de sucesos de hace tres décadas (período de diez años aquí). Sin embargo, El Qariño y yo estamos seguros de que hemos visto gente desaparecer después de la vigilancia y el seguimiento concienzudo de algunos. Otros de nosotros piensan que solo te pueden "meter entre rejas" si tienen terminados unos papeles que escriben ciertos nativos después de que otros te han golpeado y te han gritado según reglas. Todo ese rito precede al encerramiento. Por mi parte, pienso que la desaparición o las rejas pueden ser metáfora, un sistema de comunicación muy utilizado en la Tierra. He visto nativos con las rejas sutilmente tatuadas en la piel, o quizás era el sistema de barras de los precios, no sé, todavía no los distingo bien.
La cuestión es que ayer estábamos juntos con El Qariño al-morzando y vimos pasar a uno de los nuestros con una bandeja repleta de sustancias dispuestas sobre unas bandejas más pequeñas y combadas, de color blanco. Las sustancias parecían comestibles, lo que quedó confirmado cuando nuestro coterráneo procedió a sorberlas por la boca. Por la expresión de su rostro, parecían agradables. No podemos hablar con él, está prohibido, así que no pudimos preguntarle a qué sabían los alimentos. Tampoco hemos podido averiguar a qué sabe la felicidad en este planeta, ni por qué los nativos utilizan pocas palabras de las muchas que pueblan sus diccionarios, ni por qué está prohibido hablar con las palabras de los diccionarios de otras zonas del planeta. Aunque la prohibición no es explícita, nadie usa las palabras prohibidas más que cuando se encierran en unos cuartos equipados con paredes en las que escriben con trozos más pequeños de pared. Allí las pronuncian con unción, como sabedores de una clave cierta hacia un non plus ultra de peligros inauditos y promesas de quién sabe qué. Pocos usan esas palabras prohibidas. Mientras lo hacen, en sus rostros se puede rastrear el placer que produce su pronunciamiento. Son como tentáculos que excretan las mejillas, tentáculos de autocomplaciente flagelancia, de erotomante suplantita craeterez.
En fin. Nos ha tocado una misión en la que hay más pensamiento que acción. Nuestra acción ha de ser pensar, lo que ya muestra la clase de sufrimiento a que nos enfrentaremos El Qariño y yo. Cada vez que me corono, no disfruto de los bellos colores del boinón en que encierro mis dreadlocks, sino que me pregunto por qué los nativos de Jamaik le llaman "coronarse" a encerrar las víboras de pelo de la cabeza en la rojo-amarillo-verde coloreada trama de lana. Cada vez que El Qariño pinta sus ojos, no disfruto del bello espectáculo y del no va más del resultado, sino que me pregunto qué tradición impulsa las extremidades superiores de mi amado hacia los crayones y de allí a sus oquedades visuales, a sus hermosos globos oculares, para dibujar las líneas Boy George-style que combinan absurdas pero bien, ergo bien absurdas, con su rulo de la frente y su gorrito marinero. ¡Oh amor, que tan buena prensa tienes como plausibilidad vital y, sin embargo, cuyo devenir realidad deseo tan ardientemente para mí! ¿O debí haber dicho "mala prensa" pra que se comprenda el razonamiento? Con la selección hecha significo que "buena prensa" es garantía de cosa indeseable pra mim. Puf, el gato de El Qariño se ha meado en mis papeles. Ya les explicaré qué es un gato. Pero bueno, cedo a la tentación de seguir: el gato es un ser vivo, por eso mea como los humanos, es decir excreta líquido, algo incomprensiblemente incómodo y de solución viable por medio de la evitación del beber agua o cualquier otro líquido. Sin embargo, siguen bebiendo, lo que ha de tener su explicación también.

domingo, 9 de septiembre de 2007

¿Como se hace?


¿Cómo se hace?

¿Cómo se hace para tomar todo eso que hemos aprendido,
leído
y hasta escrito
-tal vez-
y convertirlo en acciones?
¿Cómo se hace para lograr que las palabras cobren vida y movilicen?
¿Cómo se hace para que ellas primero logren entrar en ojos ciegos y segundo se impregnen en las manos y lleven a cabo la acción?
¿Cómo logramos quebrar el imaginario y la estructura?
¿Cómo torcemos el destino?
¿Qué manifestamos?
¿Cuándo? ¿En dónde? ¿De qué manera? ¿QUÉ TENEMOS QUE ESCRIBIR?
O vamos a seguir entendiendo
descubriendo
disfrutando
reuniendo herramientas
mas sin hacer nada para compartirlo con alguien más.
¿QUÉ? ¿Acaso vamos a seguir despertándonos sin ir por alguien más?
……………………………………….
-¿Hasta cuándo voy a seguir sin hacer?-
Quiero la formula
el secreto
la llave
el misterio
la manera
Quiero -reclamo- saber ¿cómo?
¿Cómo se hace?
¿Cómo se logra?

Y sino… ¿De qué sirve? … vamos a seguir adornando páginas que nadie lee con grandiosas ideas que se mantiene mudas –ni siquiera afónicas-

Quiero hacer algo… pero no sé cómo.

¿Quién contesta?

sábado, 8 de septiembre de 2007


¡Holas gente! Bueno, contribuyo ya q soy contribuyente, jaja (lamentablemente no recuerdo de quién es, asi q si alguien lo reconoce por favor dígalo sin mímica y con nombres)
¡Sigamos leyéndonos!

viernes, 7 de septiembre de 2007

Judith

No puedo dejarte de ver
arañando el silencio con tus ojos
tratando de decir algo que las palabras
nunca hubieran dicho mejor.
Aquella mirada
era el resumen de la noche posado en tus ojos
con su lluvia, su viento y tu miedo al mar
y aquel sueño que te conté.

No puedo dejarte de ver
describiendo una estrella descubierta por mí
en tu erótica constelación
que no cabe en los mapas del cielo.
Tu mano dibujando en el aire
era capaz de ponerle colores
al espacio vacío que se llenaba
con la luz de la estrella brillante.

Cuida bien tus estrellas, mujer
cuida bien tus estrellas,
cuida bien tus estrellas, mujer
cuida bien tus estrellas.
Cuida bien tus estrellas, mujer.

No puedo dejar de decir
que hay idiomas perfectos por descubrir
y que son olvidados frecuentemente
en el tedio del tiempoy hay que buscarlos,
porque los barcos y las piedras
tienen abecedarios mejores
para demostrar que son bellos sencillamente
sin palabras o esquemas.

No puedo dejar de decir
que esta triste canción a tu lado oscurece
que quizás este sea el último misterio
que mirarán tus ojos nacer de mis manos,
pues es tarde quizás para mí
y Caín me ha marcado sobre la frente
pero quiero alertarte de un gran peligro
y quisiera encenderte esta frase en la mente.

Cuida bien tus estrellas, mujer
Cuida bien tus estrellas
Cuida bien tus estrellas, mujer
y que nunca las pierdas.

Silvio Rodriguez ,1969